VALOREMOS EL AGUA.

Este es el lema elegido por la Naciones Unidas para el año 2021 en lo que al agua se refiere, incluyendo en esa valoración los diferentes campos en los que se debe actuar: la protección de los recursos de agua, el tratamiento, el suministro, el uso en la agricultura, en la industria y en los hogares, en la cultura, etc.

Desde el inicio de esta pandemia que ha cambiado nuestras vidas hace ya un año, las autoridades sanitarias nos han recomendado unas normas de comportamiento que nos serían útiles para la prevención del contagio de la enfermedad. 

De entre todas las recomendaciones, hay una, que aunque no se ha cuantificado su valor en cuanto a medio de posible contagio del COVID, nos parece fundamental para la contribución a una mejor salud poblacional.

Nos referimos al lavado de manos frecuente con agua y jabón.

El año que ha pasado, nos deja cifras que demuestran que  esta práctica no era tan frecuente como se podía suponer, ya que gracias a ella, se han reducido las transmisiones de gérmenes, los contagios de enfermedades como gripe, rotavirus , diarreas , infecciones de garganta, oídos, etc., cuyas vías de contagio en la mayoría de los casos eran a través de las manos.

Por lo tanto, parece evidente, que hemos de insistir en la educación con respecto a la higiene de nuestras manos, y no abandonarla cuando la epidemia nos haya dejado en paz.

Consecuentemente, lo primero que hemos de  valorar, es el simple hecho de tener acceso al agua, y de que esta sea apta  para el consumo.

En nuestro país, aún hay muchos lugares sin  acceso a agua potable, muchos más sin redes de recogida de aguas residuales, sin depuradoras o con depuradoras ineficaces e infradimensionadas, hay pérdidas constantes de agua en las redes de abastecimientos de muchas ciudades y pueblos, y  también hay vertidos incontrolados de aguas residuales a nuestros ríos y en nuestras costas. 

Por lo tanto valorar el agua, ha de empezar con el ejemplo de buenas prácticas en nuestros servicios públicos, la exigencia de las mismas en las empresas y particulares, y continuar con la educación de nuestros niños y jóvenes en poner en valor el agua, cuidando las fuentes que tenemos y su entorno, considerándola un bien escaso, y por consiguiente, hacer un uso razonable de ella, e invertir en soluciones de tratamiento de agua  y de su reutilización cuando sea posible.

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